Mujeres líderes

Por Fray Pablo Iribarren Pascal, OP

Buenas Noches.

Con derecho e ilusión, y esperanza en un futuro de respeto, igualdad y paz, han iniciado las mujeres de vísperas las manifestaciones y conmemoración el Día Internacional de la Mujer, en plazas y calles, en ciudades y pueblos del mundo, alzando su voz exigente de un presente y futuro igualitario, sin estigmas, violencias, ni abusos, de igualdad de derechos y oportunidades, para ellas y para todas la personas. Sin duda, dada la presencia del Covid-19, las manifestaciones serán en modo y presencia más reducida y quizá, algunos gobiernos las prohíban.

El gobierno de la Ciudad de México, previendo, el Día de Mañana, 8 de marzo, la presencia de las mujeres organizadas en las calles y plazas de la Ciudad, en orden a proteger los monumentos históricos, ha blindado el Palacio Nacional, Bellas Artes y otros lugares históricos, ofreciendo un muro-blindaje, a modo de un grandioso mural, que han aprovechado organizaciones femeninas para denunciar el feminicidio, crimen que no cesa de crecer como pandemia sin vacuna.

Las Naciones Unidas, como cada año lo hace, ha dado un lema u objetivo al Día Mundial de la Mujer en orden a priorizar programas, proyectos y acciones a realizar durante el año, y lo han expresado, con gran actualidad, diciendo: “Mujeres líderes: Por un futuro igualitario en el mundo de la Covid-19”, orientando, con este lema y consigna, a sectores sociales y actores, a eliminar toda forma de discriminación en contra de las mujeres de todas las edades y a vencer los obstáculos que impiden su participación igualitaria en los diversos campos de la vida social.

La ONU se hace eco con su lema y consigna del incremento habido, con motivo de la pandemia, de abusos y delitos en general en contra de la mujer, en el campo laboral con pérdida de puestos trabajo, “teniendo en cuenta que las mujeres presentan una menor participación laboral y gran parte de su trabajo se encuentra en sectores vulnerables y de baja productividad como el doméstico o servicios de alojamiento y comidas y salud, los cuales han sufrido grandes pérdidas”. Me llamó la atención la noticia que leía el día de ayer, sobre el aumento de mujeres en el área de la prostitución, por una parte y por otra, el incremento de abusos sexuales, cuando no, feminicidios.

No dejan de reconocer, las Naciones Unidas, la labor y entrega incondicional de las mujeres, en estos tiempos de pandemia, en la rama de la salud, en la que el elemento femenino sobrepasa al masculino, no sólo numéricamente, sino en su entrega generosa al enfermo de Covid-19 y sin los medios adecuados que les evite el contagio. Todavía, escribiendo sobre este tema, me viene a la memoria las noticias de insultos, atropellos morales y sociales que sufrieron algunas enfermeras en la vía pública, cuando salían de su trabajo en centros de salud del Covid-19.

A pesar, de que las mujeres son “mayoría en los sistemas de salud, lo que las pone en primera línea de batalla contra el virus, estando permanentemente expuestas al contagio”, diversos estudios han dado como resultado, “que, aquellos países con mujeres con cargo y liderazgo, han lidiado de forma más eficiente con la pandemia”. Sin embargo, en general, los liderazgos son casi exclusivamente masculinos en este campo de la salud, como en los demás campos de la sociedad: economía, gobierno, política, educación, etc. etc.

Ante esta realidad, que expongo con brevedad y sin precisiones de porcentajes, por lo evidente del caso, las Naciones Unidas ponen el acento en la consigna, y reto al mismo tiempo, de promover las “Mujeres Líderes… en este mundo del Covd-19”. Y digo esto, tomando las palabras de una gran mujer, Ruth Bader Ginsburg, luchadora por los derechos de la mujer, norteamericana, fallecida recientemente, que dice: “Las mujeres pertenecen a todos lugares donde se toman decisiones”, cita tomada de Gimena Villafruela: “El liderazgo de las mujeres frente a la pandemia del Cobid-19”.

De esta actitud y modo de pensar es también el sentir del Papa Francisco en el campo de lo religioso y en particular en lo eclesial, en el que, diversas corrientes de mujeres y de hombres en la Iglesia acusan a la misma de desigualdad de derechos entre hombres y mujeres en la Iglesia, excluyendo a la mujer en el ejercicio específicamente sacerdotal.

La apertura a derechos de la mujer en la Iglesia alcanza a nivel de responsabilidad o autoridad y así, muchas mujeres están entrando a formar parte de espacios de responsabilidad en diversas instancias de decisión y gobierno en diócesis, parroquias, aún en el mismo Vaticano, y no sucede así, en el campo de la sacramentalidad sacerdotal, lo que supondría el acceso al diaconado, al sacerdote, y al orden episcopal.

El reclamo en la Iglesia, del derecho al ministerio ordenado de la mujer, está siendo una constante, y va en incremento desde hace muchos años, y cuenta con el apoyo de un gran sector de la misma, en el laicado y también en el mismo ministerio ordenado.Solidaridad al derecho de igualdad de hombres y mujeres en todos los campos de la sociedad humana y solidaridad, estudio y oración en campo de la eclesialidad.

Fray Pablo, OP