Amor solidario

Por Fray Pablo Iribarren Pascal, OP

Buenas Noches.

Con profunda tristeza escuché en la madrugada del 4 de este mes de mayo, la terrible noticia del accidente del Metro, entre las estaciones de Tezonco y Olivos, de la Línea 12, de la Ciudad de México, Línea que, en el decir de expertos, “estuvo mal planeada y mal ejecutada” (cf Heraldo de México, 5 de mayo 2021) y que ha sufrido diversas fallas. La causa del accidente, en último término, fue una trabe de la estructura que colapsó, pereciendo 26 personas y decenas de heridos.

Se han iniciado estudios, peritajes, de parte del gobierno, para descubrir las causas que originaron el hundimiento del puente, que aplastó también algún vehículo, ocasionando la muerte, incrementándose así el número de las víctimas. Resulta extraño, la actitud de la Cámara de Diputados, rechazando la creación de una Comisión ad hoc, que acompañe la investigación del accidente.
El gobierno de la Ciudad de México ha declarado, que indemnizará a las familias que han tenido la desgracia de perder alguno de sus seres queridos, como sin duda también lo hará con los heridos y personas que hayan sufrido pérdidas de algún tipo, en especial, en el campo laboral; sin descartar el acompañamiento sicológico a los afectados y familiares. Es de justicia.
Este suceso ha acontecido en un momento político particular, como es la campaña electoral en la que se halla sumido el país, de cara a las elecciones del 6 de junio. No sería correcto, que, alguna de las fuerzas políticas en juego, quiera, de alguna manera, beneficiarse de estos lamentables sucesos, que, posiblemente, con revisiones adecuadas de las estructuras del sistema del metro, se podía haber evitado.
Mi deseo, al comentar este suceso, en mi “Buenas Noches”, no es otro, que el de destacar las actitud solidaria de personas que vieron el accidente. No se había extinguido todavía la nube de polvo que lo ocasionó, cuando ya estaban, vecinos y viandantes de ese lugar, buscando el modo de ayudar a los accidentados. Antes de que aparecieran los organismos citadinos oficiales de auxilio, dichas personas, ya atendían a los heridos de los trenes afectados con los recursos elementales a su alcance. El amor solidario, parece ser, en muchas personas, algo connatural a su nacimiento o bien, adquirido en su formación familiar y social, que les lleva a una respuesta pronta ante una necesidad inesperada y urgente.
Y hablando del amor solidario, les comento que, a noche, sábado, tuve la gracia de asistir, como testigo oficial de la Iglesia, en la boda de unos esposos, que llevaban veinte o treinta años de vida conyugal, e, impulsados por el amor, la confianza y fe de uno al otro, les llevó, con sus hijos, parientes y amigos, a reafirmarse en su amor solidario mutuo, con el matrimonio en la Iglesia.
Me hizo gracia ver al esposo, que, intentando ser fiel a las palabras rituales de rigor, las traía escritas, pero los nervios, digo yo, no le permitían leerlas frente a su esposa y la asamblea expectante. Ante esto, le dije: “deja, por favor, los papeles, y dile lo que siente tu corazón”. Y, de inmediato y con los ojos empañados en lágrimas, que era lo que le impedía leer, dijo con firmeza: “Te quiero, María del Carmen, te amo; eres mi vida”. Vi en él la verdad de un amor solidario, sincero y eterno que vivía cada día hacia su esposa y madre. Así ha de ser el amor, no sólo en los momentos
inesperados y trágicos que se nos presentan de cuando en cuando.
Mañana, 10 de mayo, Día de las Madres, ejemplo del amor sincero, que en el decir de Juan, escritor y Apóstol: “Nadie tiene amor más grande a sus amigos que el que da la vida por ellos”, las mamás lo viven en su cotidianidad y entrega diaria, en el servicio amoroso de cada día, como donación de sí mismas. Así, las madres, las mamás, sin desdeñar la entrega generosa también del padre y esposo, hacen de su vida una ofrenda diaria en favor de sus hijos. Entregan su vida a sus hijos con un amor auténtico. De ahí, que se les festeje de una manera especial.

“Amémonos los unos a los otros, porque el amor viene de Dios, y todo el que ama ha nacido de Dios y conoce a Dios” (1Jn 4, 7-10). El Maestro Jesús, en los momentos de su despedida, dice a sus discípulos: “Esto les ordeno: ámense los unos a los otros” (Jn 15, 17), y la familia y la sociedad cambiarán y en su corazón habrá paz.

¡Muchas Felicidades, Mamás!

Fray Pablo, OP