DÍA OCHO de marzo

Buenas Noches
De extraordinaria, maravillosa y fuerte califico la manifestación y espectáculo que las mujeres del mundo, de México y en concreto, de nuestra ciudad de San Cristóbal de Las Casas, dieron el DÍA OCHO de este mes de marzo. Nunca se había visto cosa igual, el gran zócalo de México no daba cabida a tantas y tan fuertes mujeres, que levantaron su bandera y su voz exigiendo con fuerte grito: ¡Aquí estamos y sin nosotras la humanidad no existiría! Pedimos y exigimos respeto a nuestra dignidad de mujer, igualdad en los derechos y solidaridad a nuestra causa.
Para enfrentar esta causa de los derechos de la mujer y de muchas otras, como son: la causa de los pobres, la desigualdad social, el hambre y la sed de muchos millones de personas y países, la migración y falta de trabajo digno, la ignorancia de millones de niños y jóvenes y de personas adultas por la escasez de recursos para la vida, la prepotencia de personas y países que conduce a la guerra, destrucción y la muerte, los odios y venganzas que no terminan con acuerdos oficiales de paz, el sin sentido de la vida en muchas personas, que les conduce a la muerte…
En la búsqueda de solución de estos retos y de muchos otros más, de dan las protestas, voces y manifestaciones públicas de diversa índole; la medicina y tantos especialistas en ese y en otros campos trabajan; el sin olvidar también el número de organismos de asesoría, economía, justicia y defensa de los derechos de las personas. La humanidad ha inventado mil remedios para sus males y creados miles de instituciones, hasta el máximo Tribunal de Justicia de la Haya y el organismo de autoridad suprema, las Naciones Unidas, aunque, cinco naciones, las más poderosas, se reservaron en Consejo de Seguridad, el poder de “veto”, con lo que se limita el poder de dicho organismo. Así sucede en estos días con la guerra de masacre que lleva Israel contra los palestinos en Gaza; la humanidad y las mismas Naciones Unidas piden el cese de la guerra de muerte y destrucción, y el gobierno de los Estados Unidos de Norte América ha ejercido su poder de “veto”, e Israel sigue con la guerra de exterminio contra un pueblo, proporcionalmente indefenso.
Ante las limitaciones, derechos y sufrimientos de los seres humanos, es necesario que todos los medios, normas, leyes, manifestaciones sociales, instancias políticas y sociales, sigan activas y vigentes en la lucha por la paz, la justicia, la igualdad, la reconciliación y la gestación de toda clase de valores humanos. En particular, se ha de procurar que los espacios públicos, oficiales y privados, dedicados a la enseñanza, formación y educación humana, en todos los niveles, se dé importancia mayor a la doctrina en valores y virtudes y se promueva el conocimiento y respeto a la dignidad de la persona. la igualdad de derechos y, en definitiva, el derecho a una vida digna de todo ser humano y de la misma naturaleza, pues considero que, en la actualidad, priva la orientación socio-económica en la formación profesional.
Destaco en este sentido, la importancia que tiene, en la promoción y defensa de la dignidad humana, tanto de mujeres como de hombres, como de la familia y pueblos, la enseñanza básica de lo llamado los “mandamientos”, que enseña la educación cristiana: normas de relación y vida que surgen de lo más íntimo de nuestro ser, y no, como alguien piensa, que son los caprichos de un ser superior y transcendente. Los mandamientos son normas de vida y relación surgidas desde lo más hondo del ser humano; formulaciones de conducta hechas por la razón humana a partir de una praxis de vida en orden a la paz y armonía, que ayuda a ser más humanos.
De joven aprendí a hablar de la virtud de la sindéresis, que el sabio, Tomás de Aquino, la llama, “razón natural”. Dice de ella, “que es un hábito innato inherente a la mente de toda persona que regula su naturaleza y, especialmente, su razón y voluntad”. La sindéresis “es el puente o el enlace, entre la persona y su naturaleza”. En otras palabras, sindéresis es una virtud o valor “que implica la sensatez y la rectitud en el juicio, la prudencia y la discreción”; “la facultad de pensar y juzgar con rectitud y lucidez que nos permite distinguir el bien del mal”. Con mayor sencillez: “lo que no quieras que te hagan a ti, no lo quieras ni lo hagas al otro”.
Por último, meditaba este amanecer dominical las palabras misteriosas que dijo Jesús de Nazaret, en el diálogo que sostuvo con el sabio de su tiempo de nombre Nicodemo: “Así como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así tiene que ser levantado el Hijo del hombre” (Jn 3,14). La serpiente enroscada en un bastón o palo es el signo de la medicina-salud (Bastón de Asclepio). Jesús, el Ungido, en Jerusalén, se vio a si mismo levantado en alto, en la Cruz, como salud y vida de la humanidad, “Porque tanto amó Dios al mundo, que le entregó a su Hijo único, para que todo el que crea en Él no perezca, sino que tenga vida eterna. Porque Dios no envió a su Hijo para condenar al mundo, sino para que el mundo se salvara por él” (Jn 3,16-18).
Este asunto tan delicado y transcendental de las mujeres y su manifestación exigencia al derecho de igualdad y de respeto a su dignidad y vida, el DIA OCHO, como tantos otros problemas del mundo, lo podemos vislumbrar, considerar y buscar solución también a la luz de Cristo salud, verdad y vida.
Concluyendo: ¿En qué modo y medida soy solidario con las causas justas del otro y otra? Y específicamente: “Soy solidario con las causas justas de las mujeres?
Fray Pablo o.p., 10 de marzo 2024.