Dios es amor y nos amó primero

Templos dominicos en Chiapas

Buenas Noches.
Soy consciente, de que un cierto sector de la humanidad atraviesa serias dificultades para vivir el amor de los unos para con los otros, la amistad, al modo del guía y pastor, Jesús de Nazaret, y la tendencia natural al amor de amistad que Dios, hacedor y Padre, imprimió en el corazón humano. Se debe esta dificultad a guerras entre pueblos y naciones; a conflictos internos de las mismas; a desavenencias y desamor en las familias; a descuidos y malos tratos que reciben niños y niñas, adolescentes y jóvenes -así lo expresan al menos- en la educación familiar y escolar; a la violencia y la muerte que sufren personas, familias y pueblos de parte del crimen organizado y, en nuestros días y circunstancias, a las campañas partidistas electorales, no exentas de crímenes, insultos y mentiras, que desacreditan a personas, como lo estamos viviendo de cara a las elecciones presidenciales, estatales y municipales…, próximas.
Llevamos un par de semanas leyendo y meditando en los espacios religiosos, acentuándose, en el presente domingo, con la exhortación al amor fraterno, amor que procede de Dios. Es Juan, el evangelista y apóstol de Jesús, quien incide en sus escritos, con sabor de urgencia, dice así del amor: “No somos nosotros los que hemos amado a Dios, sino que él nos amó primero… En el amor no hay temor. El amor perfecto echa fuera el temor, pues el temor mira al castigo. Mientras uno teme no conoce el amor perfecto. Entonces amémonos nosotros, ya que él nos amó primero” (1Jn 4, 10,18-19).
“El amor al prójimo, escribe, Miguel A. Munárriz; no es ningún mandamiento que debamos cumplir para lograr un premio o evitar un castigo, sino la respuesta al amor del Padre. El amor de Dios hacia nosotros sus hijos es el fundamento de nuestra fe; es el primer acto de fe del cristiano. Si no es así, si nuestro fundamento es otro, estaremos convirtiendo el cristianismo en una escuela de sabiduría de la vida o un club de personas altruistas, pero lo estaremos despojando de su elemento fundamental; Abbá, la buena Noticia”: el Amor.
Dios es amor y nos amó primero enviándonos a su Hijo -Camino, Verdad y Vida para el mundo-, para que el mundo se salvara por él, amándonos los unos a los otros por encima de toda circunstancia y situación. Estamos ante el signo clave de la fe cristiana, “criterio último para discernir su verdad; permaneciendo en el amor podemos caminar en la verdadera dirección” (J. A. Pagola).
Descubro en Jesús y en Abbá-Dios, que somos amados por encima de nuestra condición de buenos y malos. Él nos amó primero y no fue por ser buenos, nos amó por ser sus criaturas, predilectas digo yo, y porque no puede dejar de amar, pues, si así fuera, dejaría de ser lo que es, Esencia Pura, Dios-Amor, ama por encima de lo que seamos.
Dios-Abbá, nos amó, a un siendo pecadores; aunque, por ser lo que es amor, verdad y belleza infinita, desea, digo usando nuestro lenguaje humano limitado, que todo ser humano se identifique con él en la verdad, la belleza y en el amor, sin perder su ser de creatura. Dios es Misterio escondido, claroscuro, “a Dios nadie lo ha visto jamás, pero Dios, Hijo único, comparte la intimidad del Padre, y éste nos lo dio a conocer” (Jn 1,18); “Quien me ha visto a mí ha visto al Padre” (Jn 14,9).
“Nadie va al Padre sino es por mí”. Conozcan, mis amigas y amigos, a Jesús. Estudiemos, mediemos en silencio los Evangelios de Mateo, Marcos, Lucas y Juan, ellos las/os llevarán al encuentro con Cristo y desde él descubrirán al Padre-Abbá; Cristo es el camino: Felipe, Margarita, Magdalena, Begoña, Sebastián, Juanita, Lorenzo, Oscar… “quien me ha visto a mí ha visto al Padre”, dice el Maestro Divino. El amor a Dios atraviesa por el prójimo, amigo o enemigo; este es el camino seguro, lo atestigua Jesús con su propia vida. “Ustedes son mis amigos, si hacen lo que yo les mando. Ya no los llamo siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su amo; a ustedes los llamo amigos, porque les he dado a conocer todo lo que he oído a mi Padre” (Jn 15,14-15).
Una palabra de reflexión final, muy sencilla: “perdón”, necesario en muchas ocasiones para que florezca el amor. A Dios, digamos, no se le dificulta, no así, al ser humano, a la persona que ha sido insultada, humillada, maltratada, golpeada, violada, menospreciada o agredida física, moral o sicológicamente, en sus bienes, familia, trabajo o intereses de cualquier tipo. No se puede perdonar y amar por mandato. Los sentimientos de venganza, odio, repulsa son instintivos. Sin embargo, se han de superar, vencer y perdonar para dar paso al amor, la esencia de la vida y la razón de existir.
Fray Pablo o.p., 5 de mayo 2024