Una escuela que forme en libertad

Por Fray Pablo Iribarren Pascal, OP

Buenas Noches.

Este miércoles pasado, en un breve encuentro, me decía Elizabeth: desde jovencita soñaba con ser maestra, profesora, dedicar mi vida a la enseñanza de niños, adolescentes, jóvenes, varoncitos y mujercitas, y mi sueño se hizo realidad. Efectivamente, ahora, Elizabeth, en plena madurez, es educadora, directora y fundadora del centro educativo: “El Colegio Gabriela Mistral, El mundo de los sueños”, y su sueño de adolescente se hizo realidad tangible. Me viene a la memoria los versos cierta poetisa:

“Déjame soñar,… no me despiertes en un negro despertar.
Deja que mis sueños amanezcan en un nuevo amanecer”

(Eladia del Ángel Meraz: “Creo en el mudo de los sueños”).
El Colegio Gabriela Mistral, El mundo de los Sueños, el pasado 7 de julio, a las cinco de la tarde, celebró la Acción de Gracias, 24 Años de Servicio de “un nuevo amanecer”, animado siempre por nuevos sueños y esperanzas- Se graduó una generación más en los niveles maternal, prescolar, primaria y secundaria con la presencia de todo el personal docente, administrativo y dirección, con los requisitos que el Covid-19 impone. Agradecido por la invitación que me hicieron, me uní a la celebración desde mi fe en el Dios de la Vida. El alumnado y padres de familia siguieron la celebración festiva desde sus hogares por las redes sociales.
Percibí en la asamblea, numerosa por cierto, un clima de confianza y familiaridad, y por ciertos detalles, percibí igualdad y respeto en el trato y relaciones interpersonales, junto a una actitud y espíritu de servicio. Considero que, en este centro educativo y en sus maestros y profesores, prevalece y se viven valores éticos fundamentales. Dichos maestros, sin duda, tienen un concepto y actitudes positivas acerca de sus personas y su misión en la escuela y en la sociedad; es, sin duda, un profesorado educador (guiar, extraer de dentro), formador desde su vida y, desde ella, es una invitación a los alumnos a la sabiduría y al pleno desarrollo de las potencialidades.
Bello y provechoso es el colegio, la escuela, la universidad, el centro educativo que cuenta con un elenco de educadores sabios, honestos, que aman su profesión y luchan por un mismo ideal: lograr que los niños y niñas, adolescentes y jóvenes, se enamoren del estudio, del trabajo, de la vida sana y honesta; crezcan en solidaridad, tolerancia, comprensión mutua; desarrollen valores intelectuales y morales, éticos, que propicien unas relaciones humanas positivas al interior se sus propias familias, de la sociedad y con la misma naturaleza.
Anhelo, sueño, que todo centro educativo sea un espacio de verdadera libertad, que genere la excelencia (“areté”, en lengua griega antigua), por el cultivo de las virtudes o valores: prudencia, justicia, fortaleza y templanza (moderación, equilibrio) que aprendí de niño en mis lecciones de catequesis de mi pueblo natal, sobre las cuales “gira y descansa toda moral humana y son principios de otras virtudes”.

Felicidades y agradecimiento sincero a todos los centros educación y formación escolar, en el fin del curso, por su contribución al crecimiento de ser y saber humano, que aspira a la felicidad, venciendo la ignorancia y creciendo en sabiduría.

Fray Pablo, OP