De visita en Querétaro

Buenas noches.

Camino a León Guanajuato, hago escala en la ciudad de Querétaro, en un día luminoso, soleado con ese sol que quema la piel. Querétaro Tierra del Sol, no solo a Oaxaca se le puede cantar, “Oh Tierra del Sol”, del compositor oaxaqueño José López Alavez. ¡Qué día tan luminoso he vivido el día de hoy, cien por ciento soleado, ni la más leve nubecilla se asomó en el horizonte¡ Me impresiona la ciudad de Querétaro, cómo, desde su nido prehispánico y colonial, se vino expandiendo en tiempos modernos, en todas las direcciones, por las suaves lomas que la rodean en un marco semidesértico, al menos en esta época del año.

El día de ayer visité y admiré, acompañado de mis guías Lila y Cuauhtémoc, la gran riqueza arquitectónica, pictórica y escultural de su centro histórico, en particular en el campo religioso, con sus templos admirables y claustros de San Agustín, San Francisco, sin descartar el museo y las bellas casonas, que los gobiernos del Estado han venido recuperando y poniendo al servicio de sus distintas dependencias. Sus parques y plazas, la mayor y la de abajo, con su jardinería y colorido deslumbrante enmarcados por sus árboles, trabajados a modo de colosales sombrillas, que ofrecen su sombra cálida y en sus bancas que invitan al descanso y la contemplación.

Algo muy extraño me sucedió, viví en mi gira cultural al ingresar en el templo o Iglesia de Santa Rosa de Viterbo, pequeño templo de estilo barroco mexicano; barroco florido, más que churrigueresco, desbordante, abrumador; lo califico de invasor pues me da la impresión de que lo llena todo, le roba a uno el espacio, lo deja sin aliento. Digo esto, sin que me desagrade el estilo barroco; lo digo, porque así lo sentí, y lo curioso fue, que de inmediato, me dije, “aquí estuve yo alguna vez, en años pasados”, no en otra vida. Comprendí en ese momento la razón, por la que mi memoria, con alguna frecuencia, activa en mi mente la imagen de este templo y con esta ornamentación, barroca y abrumadora. El trabajo artesanal que supone, es una verdadera filigrana en madera dorada. Todo lo que se diga del trabajo de precisión y belleza de los artesanos, que hubo en Querétaro e hicieron esta obra, es poco.

Considero, que en los primeros años de la década de 1960, visité Querétaro y sin duda, me llevaron a ver esta maravilla de arte barroco colonial, que es Santa Rosa de Viterbo, y, desde ese instante quedo gravada en mi memoria la imagen. Al salir del templo, me reafirmé que la imagen que llevó guardada en mi memoria de tiempos pasados, al contemplar los originales contrafuertes que refuerzan los muros que sostienen la cúpula de la iglesia, llamados arcos botareles con sus feos mascarones, que miran al espectador con gesto burlón en rostro y boca, corresponde a dicha visita. La pequeña plaza que está a un costado de dicha iglesia, refuerza la interpretación que doy a esa bella imagen barroca del templo, que, no obstante, califico de invasora que me ha acompañado desde hace muchos años hasta el día de hoy, sin que me cause molestia alguna.

En mi visita a Querétaro, me alojo con mis hermanos en religión, los frailes dominicos, en su convento de Santo Domingo, fundado en 1693 en apoyo a las Misiones entre los naturales chichimecas de Sierra Gorda, donde los frailes crearon seis pueblos, en la ciudad crearon un centro de estudios, cursos de las Artes Liberales, al servicio de los jóvenes. Deseo compartirles algo muy significativo, por lo solidario del caso, que mis hermanos me relataron, en relación a los años difíciles que vivieron la Órdenes Religiosas, debido a las Leyes de Reforma del siglo X!X.

La Jefatura Superior de Hacienda del Estado de Querétaro publicó en el Boletín Oficial, el 17 de enero de1875, el siguiente aviso: “Por disposición del Ministro de Hacienda, se rematará el día 2 de febrero de 1875, el convento de Santo Domingo con todo e iglesia, en dos mil ciento sesenta pesos”, y no habiendo en ese momento en la ciudad ningún dominico, que pudiera rescatar el convento, el P. Provincial de los franciscanos, fray José de Jesús Rico, tuvo el cuidado solidario de pagar la oferta con miras a devolverlo a los dominicos en la primera oportunidad que se presentara. Otro tanto sucedió con las huertas del convento, que estaban en posesión del señor Lorenzo Espinosa, por las que pagó, fray Ventura Chaves, franciscano también, tres mil seiscientos ochenta pesos.

Los hermanos franciscanos adecentaron la iglesia y en agosto 4, abrieron el templo al servicio religioso. Los franciscos mantuvieron el templo de Santo Domingo de 1876 hasta el año 1904, en que lo entregaron a los frailes, junto con las huertas que estaban en posesión del señor Lorenzo espinosa. Los hermanos franciscanos pidieron al P. Vicario de los dominicos, fray Domingo Fernández la cantidad de mil pesos, algo simbólico. Los frailes dominicos están gozosamente agradecidos a sus hermanos franciscanos. Curiosamente esta tarde contemplaba un lienzo del siglo XIX en que Francisco y Domingo, plácidamente sentados uno junto al otro, dialogan amistosos y alegremente sus proyectos de vida para la Iglesia.

En el convento de Santo Domingo de Querétaro observé también el día de hoy diversos detalles de la etapa franciscana en Santo Domingo y, el que me resultó más significativo, fue un escudo de la Orden dominica con las cinco llagas, los estigmas de San Francisco en sus manos, pies y costado. Que aumente la solidaridad en el mundo.

Fray Pablo o.p. 22 de enero 2023