
Reflexionar sobre el pecado social
- Buenas noches
- 5 marzo, 2023
Buenas Noches-
Con gran pesar y tristeza leí y escuché, el martes 21 del presente mes, la noticia del intento de suicidio de dos jovencitas argentinas de doce años, en Barcelona, una de ellas, Leila, salvó la vida, aunque quedó en estado grave; Alana, su hermanita, falleció. Ambas se arrojaron del balcón de un tercer piso en el que vivían con sus papás. Por los escritos que dejaron las adolescentes, se colige que padecían bullying, acoso escolar en su colegio, en el que cursaban estudios. Sin que haya tenido transcendencia mayor, el Observatorio Contra la Homofobia de Cataluña informó en días pasados y calificó de “asesinato social” el suicidio de un niño, de 12 años también, por el mismo motivo, acoso escolar e intolerancia, en la misma región.
Apenas hace cuatro días que se inició la cuaresma, tiempo especial de reflexión personal, al modo de Jesús, a quien, en mi meditación mañanera, lo descubrí retirándose al desierto, lugar solitario y penitencial, para discernir su misión, y, en comunión y confianza con el Padre celestial, asumir consciente y emotivamente su misión en el mundo, en la sociedad y tiempo en que le correspondió vivir.
Arriesgó Jesús en el silencio y soledad y sufrió la tentación, tentación que procedía de sí mismo, de su condición de criatura humana, consciente y libre. El relato que nos dejó el escritor San Mateo en el Evangelio, las tentaciones que sufrió Jesús, no se ha de tomar como un suceso histórico ni mentira, más bien, como un relato mítico-literario, con el que se nos da a entender la verdad: Jesús, como ser humano también, padeció las tenciones propias de todo ser humano, en su desierto interior durante toda su vida, hasta en el mismo momento de su muerte en la cruz, cuando sus enemigos = el diablo, le decía, “si eres el Hijo de Dios, baja de la cruz y creeremos en ti”; o bien, momentos después, sintió el abandono del Padre y exclamó, “Dios mío , Dios mío por qué me has abandonado”. Pero, en vez de que le venciera la desesperación, triunfó en Él la esperanza y exclamó; “Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu”.
Jesús tuvo conciencia de su humanidad débil, de la tentación y del peligro de ser engañado por el falso bien que lleva al error, como las jovencitas, que escogieron la muerte como un bien que remediaría todas sus tristezas. No escogieron el verdadero bien, que es la vida, sino un falso bien con él que pensaban, que terminarían sus angustias, desprecios, humillaciones. Hubo en ellas una elección equivocada, fruto de su temprana edad y de las angustias, del acoso escolar y de la ausencia de la orientación adecuada. De ahí, la importancia de reflexionar, estudiar, aconsejarse, evocar a los grandes sabios, al Gran Maestro Jesús y se fortalezca la fe y la esperanza en Dios-Amor.
Jesús, en el desierto de su soledad, padeció la tentación de pensar en sí mismo, en su satisfacción personal, en su honor y gloria, en su inclinación al poder, a la grandeza falsa, al triunfo, que se convierte en derrota de uno mismo; el temor al sufrimiento y al desprecio, al fracaso, a la indiferencia ante la problemática social, fueron otras tentaciones. Jesús venció la tentación: “A sólo Dios adorarán y a Él sólo servirás”, “no tentarás al Señor tu Dios”, “no sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios”; Jesús antepone la gloria de Dios a todas las ofertas tentadoras de su condición humana.
Descubro otro aspecto, que me llamó mucho la atención, en la noticia que referí del suicidio del adolescente de 12 años, cuando el Observatorio Contra la Homofobia calificó dicho suicidio, de “asesinato social”, calificativo que, a mi modo de entender, también es aplicable al suicidio de las hermanitas adolescentes de 12 años que se arrojaron del balcón. Me pregunto ¿Qué tanto de culpa carga la sociedad en estos sucesos? ¿El individualismo, la violencia, el menosprecio de la vida, pérdida de valores morales, fallas graves en la educación…?
En años pasados la Iglesia en su orientación moral habló frecuentemente del “pecado social”, que no es otra cosa, sino la indiferencia, el dejar hacer, las actitudes pasivas y de indiferencia ante el desorden e injusticias sociales… Hoy me sentí satisfecho al escuchar la expresión “asesinato social”, en definitiva “pecado social”, de boca de un organismo social, laical, humanista, no religioso, que acusa a la sociedad, a la familia, al sistema educativo de responsable de estos suicidios, mejor dicho, de estos crímenes, de estos “asesinatos”.
La cuaresma que iniciamos en estos días, es una voz que interpela, llama no sólo a los cristianos y creyentes, sino a la sociedad entera laicista, indiferente, atea, secularizada, pasiva; a individuos y colectivos sociales, a familias, a los gobiernos de las naciones, a instancias internacionales, a tomar conciencia de que son necesarios cambios, conversión, toma de conciencia y responsabilidad a favor de un cambio social, ético, en las diversas instancias sociales, políticas, educativas, religiosas, económicas…
Deseo que todos y todas nos veamos movidos por estos tristes sucesos, en los que está por medio, no sólo la voluntad y responsabilidad personal, sino la responsabilidad social. Es preciso en mi sentir, un serio discernimiento en las instancias sociales, políticas, religiosas y aún económicas, que conduzca a un mejor y más responsable funcionamiento.
Fray Pablo o.p.